El aire acondicionado es un elemento indispensable en el coche en los meses de verano, al menos en España. Por eso hoy te traemos las principales soluciones para arreglar los problemas más habituales que se pueden dar en este sistema.
Un sistema de aire acondicionado es sencillo. A grandes rasgos, se trata de un gas que circula por unos conductos. Por medio de un proceso químico se transforma en líquido y enfría el aire que pasa por otros conductos, antes de llegar frío al habitáculo del coche. Así pues, cuando el aire no llega lo suficientemente fresco al coche (algo que, por la ley de Murphy, ocurrirá en verano, solamente puede tratarse de dos problemas: no hay gas o no llega bien el aire).
Lo más habitual es que haya habido una pérdida de gas, producida por el propio uso del aire acondicionado. Recargarlo es fácil con la maquinaria adecuada… pero no tiene sentido comprarla, así que lo mejor es acudir a un taller (hay un montón de ofertas en esta época del año). Allí, además de rellenar el gas, comprobarán que no exista fugas en el circuito. SI las hay, debe localizarlas y repararlas, y eso sale algo más caro.
Si no llega bien el aire, puede que algunos de los elementos que configuran el sistema del aire acondicionado no funcione de forma adecuada y tendrás que acudir al taller. La única diferencia del climatizador con el aire acondicionado es que no es necesario manejar la velocidad del ventilador ni elegir las salidas de aire para mantener una temperatura estable en el habitáculo: seleccionas unos grados determinados y listo. Un sistema básico de aire acondicionado es bastante sencillo:
- Compresor: comprime el refrigerante y hace que funcione todo lo demás.
- Condensador: Está normalmente montado delante del radiador. Recibe el gas refrigerante comprimido, donde se enfría.
- Tanque receptor: Recibe el refrigerante, ya liquado, y lo almacena.
- Válvula de expansión: Atomiza ese refigerante líquido y lo inyecta en el evaporador… el aire que pasa por allí se enfría antes de ser enviado hacia el interior del vehículo.
Cómo cuidar el aire acondicionado de tu coche
Lo mejor para evitar que alguno de estos componentes se estropee es, como en cualquier pieza mecánica, evitar usarlo a máximo rendimiento. Así, conviene que, cuando hace mucho calor, no conectes el aire acondicionado o climatizador a tope. Es más eficaz, más ecológico y menos agresivo para el sistema arrancar e iniciar la marcha con las ventanillas abiertas y conectarlo algo más tarde, cuando la temperatura interior se iguale con la del exterior.
Conviene también que el aire acondicionado no pase mucho tiempo parado. Es decir, ponerlo en funcionamiento también en invierno, para que el compresor arranque. Así los fluidos circularán por el sistema y se evitarán obstrucciones. Puedes utilizarlo para desempañar los cristales en invierno, una tarea para la que el aire acondicionado es clave.
Un elemento clave es el filtro de aire del habitáculo. Se encarga de detener las impurezas, pólen y otros cuerpos extraños antes de que el aire pase de la calle hacia el habitáculo. Con el paso del tiempo, acumula polvo, polen, bacterias y otros residuos, de ahí que los fabricantes recomiendan cambiarlo al menos una vez al año o cada 15.000 kilómetros, o incluso antes si sueles circular por terrenos sucios.
La temperatura ideal de funcionamiento oscila entre los 22 y los 23 grados. Si la temperatura es inferior durante un periodo prolongado de tiempo el consumo del coche puede aumentar hasta en un 20%. Además es recomendable revisar que las correas del sistema no estén sueltas, ya que de lo contrario no podrán impulsar el compresor del aire acondicionado.
El área externa del radiador también precisa de mantenimiento: debe estar limpia, así como las cañerías y mangueras no deben presentar pérdidas de aceite.
¿Por qué huele mal el aire acondicionado de mi coche?
Quien más o quien menos habrá subido a algún coche ya entrado en años y, en el momento en que se conectaba el aire acondicionado, le ha recibido un olor desagradable.
Ese mal olor procede del propio sistema. A lo largo del tiempo se ha ido acumulando humedad en los conductos y esa humedad provoca que aparezcan bacterias y moho. Los sistemas de aire acondicionado se diseñan para minimizar estas acumulaciones de humedad, pero no siempre se consigue. Se trata de un lugar cerrado con aires fríos y líquidos, así que no es fácil evitar que ocurra esto. Además estas acumulaciones luego se envían directamente al interior del habitáculo.
Una forma de prevenirlo es utilizar la calefacción de vez en cuando, para eliminar el exceso de humedad que genera el uso del aire acondicionado en los conductos.
Lo ideal es desmontar el sistema por completo, para secarlo y limpiarlo bien. Aunque eso supone un coste importante de tiempo (si sabes hacerlo tú mismo) o de dinero (si quieres que lo haga un taller). La solución más factible está en los purificadores. Cuestan en torno a 100 euros y combaten desde olores corporales a los que producen los hongos y bacterias en el sistema de aire acondicionado del vehículo, mediante generadores de ozono o de iones.